• Un hombre toma la decisión de unirse a un grupo de inmigrantes jóvenes durante su hora de almuerzo para reunirse con su hijo en Estados Unidos.

• Una joven trata de regresar a Washington para reunirse con su familia y en un estado que ahora está dando más oportunidades a los dreamers.

• Un papá intenta regresar a Estados Unidos con sus hijos para darles una educación mejor que la suya.

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Daniel Contreras, 27, se fue a vivir a México después de que su solicitud de residencia le fue negada. Ahora quiere unirse a #Reforma150 para cruzar y vivir con su hijo. Foto: John Saringo-Rodríguez/El Nuevo Sol

Por ALEXANDER SEBASTIÁN COREY
Video por JOHN SARINGO-RODRÍGUEZ
EL NUEVO SOL

Tijuana, México — Mientras unos reporteros intercambian información sobre la posición de los manifestantes, un joven de 27 años llega caminando por la garita de Otay Mesa, San Diego.

El joven, Daniel Contreras, 27, pregunta si está en el lugar correcto para la manifestación. Los reporteros le preguntan si él está ahí para apoyar a los manifestantes. Contreras contesta que no, que quiere unirse con los participantes y cruzar.

Contreras ha pasado siete años en Tijuana, pero vivió 20 años en San Diego. Cuando pueden, su papá y madrastra llevan a su nieto de siete años a Tijuana para que vea a su padre.

Contreras solicitó su residencia por medio de su madrastra, como lo hizo su padre y hermana menor, pero su petición le fue negada por su edad. Su papá le llamó el día antes de la manifestación para animarlo a unirse con los participantes. Contreras dice que está en su hora de almuerzo pero quiso aprender más del movimiento y unirse ese mismo día si pudiera.

Cuando llegó a Tijuana hace siete años, su nivel de español era de 20 por ciento.

“¡Ni sabía qué era un bolígrafo!”, exclama Contreras. Relata las dificultades que tuvo con el vocabulario en español cuando empezó a trabajar en un Office Depot en Tijuana al poco tiempo de residir en la ciudad.

Contreras, quien ahora trabaja en negocio donde convierte microfilms a documentos digitales, dice que ahora tiene un nivel de español de alrededor de 80 por ciento. A pesar de mostrar orgullo por su habilidad de hablar español con fluidez, dice que no se sintió tan orgulloso cuando su papá le recordó que ya tenía siete años viviendo en Tijuana.

Ahora, Contreras está esperando una llamada de la Alianza Nacional de Jóvenes Inmigrantes (NIYA en inglés).

Contreras estaba listo para marchar y cruzar con los dreamers el lunes, 10 de marzo, pero los organizadores le dijeron que ellos quieren prepararlo primero. Contreras dice que ha esperado siete años en Tijuana, de modo que puede esperar un poquito más.

No ha visto a su mamá biológica desde la última vez que estuvo en Estados Unidos, hace más de siete años.

El viaje a Mattawa

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Kimberly Sotelo Ochoa, 22, se fue a México a los 19, después de graduarse de la preparatoria en Mattawa, Washington, y ahora quiere regresar. Su mamá dice que Ochoa fue empujada a salir  de Estados Unidos en parte por las leyes antiimmigrantes. Foto: John Saringo-Rodríguez/El Nuevo Sol.

A los 19, Kimberly Sotelo Ochoa, después de graduarse de la preparatoria (high school) Wahluke, se fue de su hogar de Mattawa, Washington.

“No tenía seguro social, ni el dinero para pagar la universidad”, dice Ochoa. Ella quería ser doctora o enfermera, pero se dio cuenta que eso no sería fácil debido a su estatus migratorio en Estados Unidos.

Su familia la llevó a un aeropuerto en Seattle, WA para tomar un vuelo a Tucson, Arizona.

En Tucson, Ochoa tomó un camión rumbo a Hermosillo, Sonora, en México. Ahí vivió con varios familiares, y a veces sola, alquilando cuartos.

Su plan era estudiar en su propio país, pero rápidamente las cosas se complicaron.

Ochoa tuvo problemas al sacar la cédula de identificación en México. Por eso mismo, le fue difícil encontrar trabajo o estudiar ya que no contaba con una identificación o un récord de estudios en México.

Así mismo, ella ha sufrido discriminación por su acento y su forma de hablar el español.

“Kimberly vive en su propio país como una extraña”, dice su mamá Maciel Reyes, 43, en una entrevista por teléfono.

Reyes dice que su hija tuvo problemas al aprender el español. Ochoa dice que no está estudiando en la universidad en México porque no puede escribir ni leer en español.

Suspira antes de contestar por qué tomó la decisión de irse a México.

“Yo no estaba pensando claramente cuando tomé la decisión”, dice Ochoa. “Sentía que las puertas se cerraban. Pero ahora, con el movimiento, las cosas están cambiando con el DREAM Act. Hay más recursos, hay esperanza”.

En febrero de este año, el estado de Washington pasó la version del estado del DREAM Act, la cual le da acceso a jóvenes indocumentados a la ayuda financiera del estado para pagar por sus estudios universitarios.

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Kimberly Sotelo Ochoa, 22, intenta cruzar por la garita de Otay Mesa desde México a los Estados Unidos el 10 de Marzo, 2014. Foto: John Saringo-Rodríguez/El Nuevo Sol

Ochoa quiere regresar para reunirse con sus hermanas y sus papás en el estado de Washington. Dice que estaba enojada por la falta de recursos para los dreamers que querían ir a la universidad, pero ahora se arrepiente de esa decisión.

La dreamer se presentó ante los oficiales de inmigración el lunes y está siendo procesada.

Reyes dice que su hija fue “empujada por las leyes antiinmigrantes”.

Un papá enfermo, una economía inestable y un alguacil Arpaio

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Arturo Govea Esquivel, 37, con su familia Erika Troncosa, 35, Diego Govea,14, Arturo Jr., 8, Danitza Govea, 12, No incluída: Daniela Govea,10. Foto: John Saringo-Rodríguez/El Nuevo Sol

“No somos asesinos ni nada, simplemente queremos trabajar y sacar a la familia adelante, es todo.” – Arturo Govea Esquivel, padre y manifestante con #Reforma150

En los buenos tiempos, Arturo Govea Esquivel, 37, ganaba suficiente dinero trabajando en un oficio de construcción en Phoenix, Arizona, para sostener a su familia. Su esposa Erika Troncosa, 35, tenía la libertad de dedicarse a criar a los hijos, algo que coincidió con su filosofía de que era mejor que tener los hijos criados por un extraño.

La familia tiene dos hijos: Diego Govea de 14 y Arturo Jr. de 8; y dos hijas: Danitza Govea de 12 y Daniela Govea de 10. Tres son ciudadanos de Estados Unidos.

“Quiero que ellos estudien allí y sean alguien”, dice Govea Esquivel.

“A los quince años yo me fui pa’ allá”, dice Govea Esquivel al reflexionar acerca de su vida.

Él y su familia llegaron el jueves a Tijuana y desde ese día se han estado preparando para el cruce.

El lunes, la familia Govea Esquivel apoyó a los dreamers que fueron a la garita de Mesa de Otay. También observó a los dreamers para tener una idea de cómo iba a ser la próxima manifestación para las familias el jueves, 13 de marzo.

En su vida en Estados Unidos, Govea Esquivel trabajó cosechando uvas, sandías y otras frutas, y luego se fue a Arizona en donde a empezó a trabajar en la construcción.

“Estaba bien, pero salió la economía baja y perdimos todo”.

Govea Esquivel dice que las leyes del alguacil Joe Arpaio de Arizona también fueron una motivación para salir del país.

Pero la otra razón principal fue que su papá estaba enfermo de cáncer, y quiso estar con su hijo. Entonces, Govea Esquivel y su familia regresaron al hogar de sus familiares en Mexicali, Baja California.

En Mexicali, él trabaja en varios proyectos, usando sus habilidades de la construcción. Su esposa, Troncosa, empezó a trabajar limpiando casas de gente rica.

Aunque Mexicali ha sido el hogar de los familiares de Govea Esquivel por muchos años, él dice que las cosas han cambiado. Hoy en día, hay más secuestros y asesinatos en la ciudad que nunca antes.

Al fondo, un círculo de participantes y coordinadores están gritando: “El mensaje para los dreamers… No están solos, no están solos, no están solos…”

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Manifestantes apoyan a los de #Reforma150 el 10 de Marzo, 2014. Foto: John Saringo-Rodríguez/El Nuevo Sol

El 10 de marzo, alrededor de 40 personas entraron a pedir visa humanitaria o asilo político en la garita de Otay Mesa, San Diego, como parte de las acciones binacionales organizadas por NIYA.

El plan original era el cruce de más que 150 personas, incluyendo varias familias enteras, pero la organización cambió de estrategia el primer día de la manifestación.

Los organizadores de la manifestación tomaron la decisión de solamente permitir cruzar en su mayor parte a dreamers; las otras familias y miembros de familias lo harían después. Benito Miller, un organizador con NIYA, dice que todos los que están en Tijuana van a cruzar, pero preparados.

Yamile Colque, una coordinadora del NIYA en el estado de Washington dijo que la segunda parte de esta acción va a ser el jueves, 13 de marzo, al mediodía en el mismo lugar.

La tercera y final parte de la acción está planeada para el domingo al mediodía, pero la fecha y el horario aún están por confirmarse.

Este tipo de acción empezó con un cruce inicial de nueve dreamers, el 22 de julio de 2013, en la entrada fronteriza de Nogales, Arizona. Los nueve obtuvieron presencia legal temporalmente hasta que un juez decida sus casos.

El 30 de septiembre de 2013, después del éxito de los Dream 9, 30 dreamers, y algunos padres e hijos, intentaron cruzar en Laredo, Texas. Todos obtuvieron presencia legal temporalmente, a excepción de tres que fueron deportados.

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Agentes de la patrulla fronteriza de Estados Unidos esperan a los de #Reforma150 en la garita de Otay Mesa. Foto: John Saringo-Rodríguez/El Nuevo Sol

“Mucha gente me pregunta: ‘¿por qué le tengo tanto cariño a un país que no me quiere?’”. – Édgar Torres Hernández, miembro de los Dream 30

“Antes eran solamente dreamers, pero ahora decimos: ‘¿por qué no intentamos mostrar cuántas familias realmente están siendo afectadas?’”, dice Édgar Torres Hernández, 22, coordinador de la manifestación en el lado mexicano y miembro de los Dream 30.

Hernández es uno de los Dream 30 que fue deportado después de ser detenido en la garita de Laredo, TX en otoño. Hernández dice que él pasó más que un mes en detención.

En el primer día en Otay, Hernández estima que entraron alrededor de 40 personas, y de estos la mayoría eran dreamers.

Esta acción se llama “Bring Them Home 3” o “Tráiganlos de Regreso a Casa 3”, por ser la tercera acción binacional de los dreamers.

Esta vez es diferente porque hay familias enteras intentando cruzar. En algunos casos, el estatus de la familia es mezclado (ciudadanos y no ciudadanos), como en el caso de Govea Esquivel.

“Nuestra atención está en detener las deportaciones y no en la reforma migratoria.” —Blanca Vásquez, coordinadora East Bay Immigrant Youth Coalition

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Por el lado estadounidense, manifestantes toman un descanso después de la acción del 10 de Marzo, 2014. Foto: Alex Corey/El Nuevo Sol

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Tags:  #reforma150 Alexander Sebastian Corey dreamers frontera Garita de Otay immigration NIYA reforma migratoria soñadores Tijuana

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